Pueblo Verde






En el marco de la muestra Territorios del Capital, se proyectará el 24/10/2015 a las 18.30hs el documental Pueblo Verde de Sebastian Jaurs en Casa de la Juventud, Don Bosco 47, San Isidro.







Pueblo Verde propone un viaje hacia el interior del modelo de producción de transgénicos y su abanderada, la soja genéticamente modificada.

Sebastian Jaurs.















Territorios del capital


    








Sintetizando entre las múltiples definiciones del término cultura, podríamos decir que ésta es el conjunto de manifestaciones del espítu de un pueblo, fruto de su historia y del suelo, en cuanto que ésta ha construído la identidad de ese pueblo y lo ha constituído como ser colectivo. Es un sistema de saberes que nos proporciona un modelo de realidad, a través del cual damos sentido a nuestras acciones.
El arte como práctica, es una actividad social, un lenguaje. Es una construcción cultural y sus parámetros de validación son en consecuencia móviles, varían según el tiempo y el espacio. A pesar de haber sido utilizado e instrumentado de distintas formas en el transcurso de la historia por los grupos de poder, no es un simple transmisor  de información, sino que, al contrario, evidencia las relaciones de poder y desequilibrio que se imponen desde los sistemas vigentes. Siempres la manifestaciones artísticas están visibilizando de alguna forma, más o menos explícita, lo que sucede en un tiempo y territorio determinado. De este modo el arte no es sólo una herramienta de comunicación, sino que propone momentos propios y colectivos a su vez de transformación, de aprehensión de conocimientos, que contribuyen al desarrollo de la construcción colectiva de la subjetividad.


Desde aquí, la muestra transita por diversos territorios y temporalidades visibilizando problemáticas vinculadas a la relación entre el sistema capitalista y el suelo, la cultura. 

Valeria Serué / 2015.


















































































  
                                       







































































Obras expuestas: Trabajo Capital. Hedera Capitalix. Cosecharás tu siembra?. Formas del sistema.  Tierra Capital / Santiago del estero. El sueño del Capital / La razón del Capital. Tierra Capital / Ledesma - Jujuy, Tierra Capital / Sur. Agentes del Capital. 

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Toda actividad humana lleva la marca de su momento histórico. La distribución de los árboles en una plaza, el orden de las casas en una calle, el instrumento del trabajador manual o la sentencia de un tribunal. Con los individuos sucede lo mismo. Desde la infancia, aún antes de aprender a hablar, van dejando marca en nosotros las costumbres familiares y sociales, el orden de las cosas, los signos y las expresiones del rostro. Por esta razón, muchas veces entendemos como “naturales” ciertos paisajes o características de la personalidad que en realidad son producto de una sociedad determinada en un momento de la historia concreto.

Es el arte uno de las manifestaciones que permite tomar consciencia de estas costumbres y hacer una crítica a las ideas y creencias más difundidas y arraigadas. La polémica que el arte entabla con las creencias religiosas, morales, sociales o políticas genera todo tipo de reacciones emocionales e intelectuales. Es decir, el arte puede ser crítico pero si es crítico es molesto. 
Expresa las contradicciones que organizan nuestra sociedad y las estrategias que conforman nuestro “sistema de vida”, estrategias que dialogan con nuestra naturaleza humana en su estado más primitivo.

La artista visual Valeria Serué, inauguró el jueves 8 de octubre una muestra denominada Territorios del capital. En ella se propone desnaturalizar nuestra actual relación con la naturaleza. Para ello, expuso más de 30 obras que, en conjunto, logran sintetizar una crítica a la relación entre naturaleza y capitalismo. Realmente creó un ecosistema de obras que permite pensar la temática desde todos los ángulos. Así presenta a la Hedera Capitalix, una planta constituida de “códigos de barras” gracias a la cual despliega toda una serie de metáforas y analogías sobre el crecimiento y naturalización del capitalismo. Este recurso es el que permite ver la ramificación de territorios colonizados por la lógica del capital. En distintas obras accedemos a las características generales de la Hedera, su forma de germinación, al Tucura Quebrachera (un insecto que funciona como agente del capital en forma de plaga y gracias al cual se hace posible su expansión) y finalmente el buitre, animal carroñero que se come los restos que el capital ha abandonado a su suerte. El motivo del Código de Barras es el que liga casi todas las obras de la exposición aunque en algunos casos no se utiliza, como por ejemplo, se pueden ver fotografías donde se resalta la forma en que se ha intervenido el paisaje natural seccionándolo como propiedad privada o convirtiéndolo en espacios de producción. También hay verdaderos documentos sobre la intervención en el ambiente que genera la empresa azucarera “Ledesma” en Tucumán, la minería en San Juan o la sojización en el norte argentino.

¿Quién podrá evitar la degradación (económica, emocional, intelectual) de la existencia? La obra hace visible un modo de relacionarnos que se expande, se naturaliza y nos arrastra, gracias a la costumbre, a una existencia donde la realidad no es más que un fantasma descolorido, a una vida donde "somos actuados" más que realizarnos como actores de nosotros mismos. La sociedad de masas, el mundo administrado a través de los instrumentos más ligeros del conformismo y de la industria cultural ahogan a la persona en la muchedumbre solitaria de las grandes ciudades. Cuanto más débil es el yo, más sometido esta a la naturalización.

En este mundo estandarizado, la subjetivación que propone el arte es uno de los medios que nos permite ver que la subjetividad y la objetividad se han invertido completamente. Lo objetivo es el cliché aceptado sin discusión, la fachada. Lo subjetivo es lo que rompe la fachada, lo que permite la experiencia específica y sin prejuicios. No hay que despreciar los deseos porque hablan de nosotros mismos, incluso gracias a la aceptación de estos deseos (no siempre aceptados por el “sistema”) aumentamos el radio de nuestra experiencia significativa. Valeria Serué realizó una obra comprometida, intensa y reflexiva sobre nuestra realidad. Vincula las facetas más complejas de la sociedad y del ser humano sometiendo a la luz de la conciencia las mutilaciones, escisiones y degradaciones que la vida sufre.

Esta es mi valoración de una artista que supo manifestar a través del arte su postura frente al sistema y universaliza al individuo sin borrar su individualidad. Pudo comprobar que contra la desaparición y entumecimiento de la experiencia, el arte puede construir antídotos. Nos inmuniza contra el excesivo poder de la sugestión existente y funciona como el lugarteniente del sujeto colectivo auténtico. A partir de ese momento, nos toca mover a nosotros. Como afirmó ella en su discurso inaugural: “Quiero que hablen ustedes”.



Crítica de la muestra escrita por Carlos Bosch.